sábado, junio 03, 2006

la piratería es cultura

Si el Imperio Británico basó gran parte de su desarrollo en el expeditivo arte de la piratería, ¿por qué yo no puedo, loco?

Los paladines de la justicia de Capif andan poniendo multas por bajar música de internet. Yo hace años que contribuyo al flujo de la piratería musical, aunque hago gala de cierta selectividad que intenta aliviar un poco el peso de la conciencia y salvaguardar cierta entereza ética: no me bajo música argentina. Aunque esto, señores de Capif, me lleve a comprar un promedio de 1 disco argentino cada dos meses. Una cantidad bastante triste para un músico que quisiera tener la posibilidad de escuchar más a sus coterráneos.

Sin ir más lejos, ayer me quise comprar el nuevo de Spinetta y me desayuné que su precio supera los 30 pesos. Entonces volví hasta los lockers del musimundo donde había dejado mis cosas, lo abrí, me puse el parche negro en el ojo y blandiendo la espada me alejé corriendo por la calle cantando "Soooomos los piratas...".

Bueno no. Pero tuve ganas de hacerlo.

Y no voy a caer, no. Prometo que voy a comprarme ese disco, así como el de Doris, el de Tirador Láser que quiero hace un tiempo, el de Coiffeur aunque es difícil de conseguir, y otros más, de acá a fin de año o fin de siglo.

Pero nada, ni Capif ni la conciencia, impedirá que siga bajando en caudales desorbitantes e inconmensurables la música proveniente de otras regiones del planeta, la mayor parte de la cual ni siquiera está editada en el país.

Y pensándolo bien, si van a meterme preso, que se vengan. Me harían un gran favor, porque solamente estando en cana 25 años llegaría a tener tiempo suficiente para escuchar todos los discos que me bajé y que nunca en mi vida voy a llegar a digerir.

Mi única duda es... ¿te dejan entrar a la cárcel con el reproductor de mp3?