¡el deporte más veloz!
Los dos nos acercamos a la mesa, paleta en mano, tensa la red y la mirada, naranja la pelota, pelotita, silencioso el padre, veterano, desafiante el hijo, parloteando.
y de repente... , doblar las rodillas, fijar la vista, soltar la muñeca y entrar en el nirvana del pong, del juego de azar más veloz del mundo, en el pleno vértigo de estar plasmando el daguerrotipo de la velocidad... ¡disfrútelo en familia! (dice la mesa) y yo lo haré: jugaré con papá, ah ja já, ya verá ya verá, el polvo morderá.
y la bola comienza a rebotar, ping pong, ping pong, todo tal cual, de tal papá total azar...
pah!, tomá pa, ¡pah!-¡pah!, tomá tomá papá... ¡ved el duelo ancestral! ¡estacazos de violencia, olímpicamente encubierta! y hay que matar al padre, ¿no, sigmund? matarlo a paletazos, a pelotazos, una para aquí, otra con slice, ¡smash! tomá viejito, ja ja ja.
y una voz adentro mío -ping- "pero esto no está bien" -pong- "tu revés tu revés no está bien" - ying- "si te viene para el revés" -yang- "ahí, ahí te viene al revés!" , y ping ying, y pong yang, se me está quemando el parietal
el padre oriental, el hijo accidental...
nunca pienses, oh mortal, no lo intentes jamás... mientras luches al ping pong, en todo desafío de karate-pong, no intentes pensar en cosas, en tu contrincante, en tu padre y su cadera, en cuándo compraron la mesa, en la chica que te espera... no, imprudente langostino, no lo intentes jamás...
lo cierto es que al final el viejo me recagó, me ganó los tres partidos y yo resoplando: ¿deporte ésto? traé la pleisteiyon...